jueves, 24 de enero de 2013

Fiebre Informer

Llevamos una semana con fiebre. Pero sana. Y es que desde hace una escasa semana nos hemos sumado a la "Fiebre Informer". ¿Que aún no has oído hablar de ella? No te preocupes, te ponemos al día en un momento.

Universitarios del mundo, se acabaron las miradas recelosas entre tema de estudio y práctica de examen. ¿Te tiene loca el morenazo de la tercera fila por la izquierda de la mesa norte del fondo? No lo dudes: Díselo. No te preocupes, porque si no te atreves, ahora el "Informer" lo hace por ti. No tienes más que dejar un mensaje anónimo dando un par de indicaciones, y listo: el morenazo es tuyo.

Claro que todo tiene sus riesgos, porque a nosotras no nos gusta nada quedar como unas frescas. Pero queremos que nos posea. Bueno, que nos posea, pero con amor. Aunque con amor tampoco, que no queremos atarnos. Con unos cariñitos nos puede valer. Sea lo que sea, queremos al surfero rubio y lo queremos ahora. Qué mal nos sientan los exámenes...

Lo cierto es que el tal "Informer" nos está ayudando mucho con esos enamoramientos fugaces que a todos nos han poseído en alguna ocasión, o varias, o a todas horas, y también resulta muy útil como celestina sexual online, pero a los que vamos: ante todo, no parecer que estamos desesperadas (aunque la sensación de angustia hormonal nos posea de pies a cabeza). 

- Lo primero: no venderse. Nada de anuncios publicitarios. Para eso ya tenemos la página de contactos del periódico, o Badoo. "Morena rebelde busca pijo que la posea. Interesados dar media vuelta de tirabuzón en el tercer piso, sector B". No es bonito, y causarás daños físicos a los de informática. ¿Estás completamente segura de que podrás cargar con ese peso en tu conciencia? No, y lo sabes...

- Sí tras mucho darle vueltas, te decides a escribir, lo primero será comprobar que el susodicho en cuestión va a leer tu mensaje. O en su defecto alguno de sus allegados, ya sea mejor amigo, padre, profesor adjunto redactor de su examen de Derecho Administrativo, o el loro de la bibliotecaria, que está en todo. 

- Algo, en principio obvio, y que parece que tiende a olvidarse (lo atribuiremos al subidón pre-declaración), es dar detalles esenciales. Suyos y tuyos, claramente. Por mucho que enumeres la cantidad de lunares que tiene, y en qué zona, si no dices que tú eres la de los zapatos rojos que llevó Dorothy en el Mago de Oz allá por 1939, malamente vas a conseguir que se fije en ti.

- Relacionado con el punto anterior nos encontramos con el hecho de que, a partir de ahora, vas a tener que acostumbrarte a llevar ropa, objetos o complementos que te hagan resaltar entre el resto. El vestido verde de la fiesta del semáforo ya no vale. Necesitas un broche de fieltro gigante, la camisa naranja fosforita de los carnavales del ´99 y unas gafas de sol con cristales polarizados morado amanecer. Eso mínimo, no vaya a ser que no nos reconozcan. Y oye, con un poco de suerte, puede que alguien se adelante y en lugar de tener que enviar un mensaje, lo recibimos. De quién y si será de nuestro agrado, ya es otro asunto del que no podemos asegurar nada...

- Cambiamos de lado: queremos recibir una declaración. Si con el atuendo consideramos que no es suficiente, esencial será presentarnos en la biblioteca con nuestros apuntes de Anatomía Patológica Especial en tamaño DIN-A1, en la que se muestren todos los datos de interés que nuestro posible admirador quiera saber: nombre, curso, dirección fiscal, talla de sujetador y número de hijos deseados.

Esperamos que nuestros consejos os sean de ayuda y lo paséis muy, muy bien lo que nos queda de exámenes. Si crees que ninguna de nuestras recomendaciones podrá ayudarte demasiado con el pelirrojo que te vuelve loca desde noviembre de tu primer año, no te preocupes. Eres tradicional, y eso también gusta. Anímate, llévale un café (evita la máquina del segundo piso si no quieres acabar en Urgencias por intoxicación), y empieza una conversación sin sentido de esas que tanto nos gustan. 

Y lo dicho, al toro y...

¡SUERTE!

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